Julian Cortes
En el Rio North Saskatchewan
Mi padre siempre fue tierno y sensible; aunque no lo demostrara directamente era fácil de percibir su cariño en todas sus acciones. Tengo muchos recuerdos bonitos con mi Papa, pero no hay suficientes palabras para hacerle justicia a lo especial que siempre fue con todos. Por eso escogí momentos memorables para hacer un recorrido de su vida desde mi punto de vista.
Mi padre fue un amante de las artes y desde muy temprana edad nos compartió la importancia de apreciar el arte en todo. Era muy evidente esta actitud en sus rutinas diarias; sus preparaciones llevaban un proceso muy detallado con exactitud quirúrgica, siempre le gustaba hacer todo perfecto y siempre decía “si va a hacer algo, hágalo bien o no lo haga”. Estos ritos empezaban muy temprano en el día: se despertaba, preparaba fruta y jugos para el desayuno, le ayudaba a mi Mama con las preparaciones para las comidas, partía vegetales con la precisión y calidad de un Chef de restaurante, utilizaba los sobrados para formar el compos de sus plantas y no dejaba que se perdiera nada. Estas cualidades reflejaban su amor al medio ambiente porque siempre quería que la belleza de lo que nos rodea mantuviera la calidad artística que nos dejó la madre naturaleza.
Mi papa siempre era impaciente, era acelerado para casi todo, pero nunca para las cosas que requerían su cuidado. Siempre me acuerdo que me llevaba de la mano a visitar a mis abuelos y caminaba muy rápido y cuando yo le decía que estaba cansado y que no podía más, el me cargaba y me contaba historias en el largo camino. También recuerdo que a mí no me gustaba ir a estudiar inglés los sábados porque me quería quedar jugando con mis amigos y el muy calmadamente me llevaba de la mano hasta el instituto y me hacía preguntas sobre lo que yo aprendía mostrándome su interés y la importancia de la educación, dándome a la vez las ganas de seguir aprendiendo para compartir esos momentos íntimos con él.
Mi padre también era muy sagaz para todo tipo de negocios. lo hacía muy feliz poder tomar ventaja de cualquier oportunidad que se le presentara para ganar una negociación, siempre me contaba con mucho orgullo todos los negocios que manejo, desde la galería, el taller de cerámicas, hasta cuando compraba artículos y los vendía para sacarle unas ganancias, nos gustaba reírnos mucho de las historias de cómo había comprado algo y lo vendía triplicando su inversión. Tenía una mentalidad negociante de un alto nivel que un amigo que estudiaba negocios en la universidad me comentaba que estaba tomando una clase de negocios en la que le estaban enseñando tácticas para ganar negociaciones como él me había enseñado. Recuerdo tanto que su mente estaba tan enfocada en el mundo de los negocios que nos tacaba darle sus obsequios de navidad, cumpleaños y del día del padre prestados para que no los vendiera; si yo le regalaba una camiseta me tocaba decirle que era prestada para que no la fuera a vender; por eso siempre el decía “yo no tengo nada”, aunque la mayoría de cosas en la casa eran de él.
El cariño hacia los niños era una de sus calidades más admirables; siempre le gustaba interactuar con todos los pequeños de la familia, era muy tierno y le gustaba entretenerlos. Él fue muy acogido de sus nietos, sus tres pollinos como el los llamaba, siempre se reían de sus bromas y entre más ruda la broma era más dura la carcajada de los tres. Le gustaba escuchar los conciertos de música de sus tres nietos y le encantaba hablar sobre música, arte y astrofísica con ellos. Con mis dos hijas fue muy especial; ellas adoraban a su querido “Papa” porque el hacía todo lo que ellas querían. Les gustaba llevárselo para el sótano de la casa para poder jugar con el sin la supervisión de mi mama para poder hacer las actividades que mi mama no las dejaba hacer. A mi papa le gustaba enseñarles a pintar, a dibujar y con la paciencia de un monje se sentaba con ellas a hacer todo tipo de actividades artísticas. Estos momentos eran tan importantes para el que hasta enmarcó sus primeras pinturas. Siempre que íbamos a visitarlo el no dejaba que las niñas se fueran sin antes ofrecerles un dulce y cuando se le olvidaba ellas se lo recordaban porque ese era el ritual que tenían. El admiraba mucho a todos los niños y sé que todos los pequeños también lo querían mucho.
Yo aprendí mucho de mi Papa: su amor al arte, sus tácticas de negocios, su forma de hacer un trabajo bien hecho e incluso su formar de bromear; pero lo más importante que mi Papa me enseñó fue como ser un buen padre.
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